Teoría de las ideas. Platón

 

Filosofía Platónica: La teoría de las ideas

Los sentidos nos muestran la realidad material que nos rodea, compuesta por todo aquello que podemos percibir. Esta parece ser un punto de partida plausible para una indagación en torno a lo real. No obstante, según Platón, esta no es ni la única ni la más importante realidad; a esta que percibimos por los sentidos (a la que denominamos Realidad Sensible) contrapondrá una realidad de orden superior y de carácter metafísico: la Realidad Inteligible (o Mundo de las Ideas). Decimos que una realidad es metafísica en la medida que existe, pero careciendo de realidad material y esto la hace ser inteligible pues solo puede ser conocida a través de la razón o la inteligencia (lo que no significa que sea creada por nuestra razón). Llamamos a esta teoría platónica “dualismo ontológico” ya que “dualismo” hace referencia a algo dual, a dos, mientras que “ontológico” viene de “ontos”, palabra que en griego antiguo significa “existencia”. Es decir, dualismo ontológico es la creencia de que existen dos realidades. Qué cosas componen la realidad sensible no merece demasiada explicación; en cambio, es preciso presentar qué clase de entidades hay en la realidad inteligible. Esta realidad metafísica se compone de entidades a las que Platón llama Ideas. Lo primero que debe decirse es que estas ideas no son nuestras ideas mentales, sino entidades verdaderamente existentes e independientes de los seres humanos. Las ideas podrán o no ser conocidas por los sujetos, pero tienen una existencia real y metafísica. Es claro que las cosas tienen en sí mismas un ser permanente que no es relativo a nosotros, ni depende de nosotros. Ellas no se dejan arrastrar de aquí para allá al capricho de la imaginación, sino que existen por sí mismas, según su ser propio y de acuerdo con su naturaleza. (Cratilo)

En su búsqueda de la justicia ideal este filósofo concluyó que esta no podía estar en nuestro mundo, pero lo mismo pasaba con “la verdadera felicidad”, “la verdadera bondad”, etc. Así, esta Realidad Inteligible está habitada por las “ideas en sí”. Una argumentación para entender cómo llega Platón a esta conclusión tiene que ver con la noción de la verdad como algo inmutable. Platón piensa que si algo es verdadero no puede cambiar, que algo que podamos llamar realmente verdadero no puede variar con el tiempo. Pero el mundo físico parece estar caracterizado por su mutabilidad, de allí que, si la verdad existe, no puede existir en este mundo. A su vez, Platón cree que es un hecho que la verdad existe, prueba de ello es que los usamos como marco de referencia: decir que algo es “más justo” o “menos justo” implica que se acerca o se aleja del concepto de “justicia”, lo mismo que lo “muy bueno” o lo “poco bello”. Esta gradación implica la existencia de un máximo que, entonces, debe existir, pero no en esta realidad. Así, la conclusión de Platón es que estas ideas perfectas deben existir en otra realidad que no es la sensible y es la que denomina realidad inteligible. En ella se encuentran, así, las Ideas, a las que podemos definir como las “esencias perfectas de todas las cosas”. Definimos la esencia como el conjunto de características imprescindibles para que una cosa sea esa y no otra. Una característica que puedo variar sin que el objeto deje de ser ese objeto, no es una característica esencial. Cada idea del mundo inteligible contiene las características esenciales de esa idea. Pero son la esencia perfecta, es decir que cada idea representa el máximo grado de perfección posible de cada cosa. La idea de árbol representa las características del árbol perfecto, la idea de ser humano representa las características perfectas del ser humano, así como la idea de justicia representa la justicia perfecta. ¿Ideas de qué hay en la realidad inteligible? La respuesta más breve podría ser “de todas las cosas”. Tienen sus ideas:

 (…) las figuras rectas o circulares, así como los colores, lo bueno, lo bello y lo justo, todo cuerpo, tanto si está fabricado artificialmente como si es natural, el fuego, el agua y todas las cosas parecidas, toda clase de seres vivos, los caracteres del alma, toda clase de acciones y pasiones. (Carta VII)

La realidad inteligible no solamente es de una naturaleza distinta a la realidad sensible, sino que Platón le va a otorgar características opuestas. Podría afirmarse que hay una radical oposición entre las características de ambas realidades. Para comenzar las ya señaladas: mientras que la realidad sensible es material y nuestro acceso a ella se da mediante los sentidos, la realidad inteligible es inmaterial y en caso de conocerla solo podremos hacerlo a través de la razón. Pero, además, Platón opondrá el carácter imperfecto de lo sensible a la perfección que atribuye a lo inteligible: las ideas son el grado supremo del ser. De hecho, de su perfección pueden derivarse algunas otras de sus características. Las ideas son inmutables y eternas. Mientras que los objetos materiales propios de lo sensible están sujetos al cambio, a la corrupción, al nacimiento y a la muerte, las ideas del mundo inteligible no cambian, son siempre iguales y son eternas, es decir, siempre han existido y siempre existirán. Así, por ejemplo, una puerta es creada en algún momento y en el transcurso del tiempo va sufriendo modificaciones; es, además, corruptible, se va degradando con el paso del tiempo y en un determinado momento dejará de existir. Platón dirá que, en cambio, la idea de puerta es inmutable, no cambia con el transcurso del tiempo, no nace ni muere, sino que es eterna. Esta inmutabilidad de lo inteligible parece ser una consecuencia de su perfección, ya que, si lo perfecto cambiara, solo podría hacerlo hacia algún grado de imperfección, lo que sería inadmisible. También es consecuencia de su perfección la unicidad de las ideas, de la que se habla a continuación.

Podemos fácilmente observar que en la experiencia sensible que nos rodea existe una multiplicidad respecto de cada cosa, así encontramos no un ser humano sino muchos, no un único árbol sino una gran variedad de ellos y lo mismo podría señalarse de cada cosa existente. Sin embargo, a cada una de estas multiplicidades corresponde una única idea. Pero no referimos solamente a objetos materiales, para las distintas concepciones humanas sobre la justicia existe la Idea de Justicia en sí, que es única; para las diversas concepciones sobre el ser humano y humanos existe la Idea de Humano en sí:

Nosotros afirmamos la existencia de lo bello en sí, del bien en sí, y en cuanto a todas las cosas que formulábamos como múltiples, declarábamos también que corresponde a cada una de ellas su idea, la que es única y a la cual llamamos esencia. (República)

Finalmente, podríamos preguntarnos qué vínculo hay entre ambas realidades y sus componentes, qué relación hay entre la Idea de Árbol inteligible y el árbol sensible que veo. Platón afirma que el mundo sensible ha sido creado como copia imperfecta o imitación del mundo de las ideas, que se constituye, entonces, como su modelo. Por lo tanto, adquiere la experiencia sensible un grado inferior del ser, es imitación de algo más perfecto que no logra realizar en su máxima expresión. De este modo, cada ser humano, así como cada concepción humana sobre la justicia e incluso cada mesa realizada por un individuo no son otra cosa que una imitación imperfecta de sus correspondientes ideas inteligibles. Si las cosas sensibles son lo que son, es porque han sido creadas a partir de su idea correspondiente, es porque participan de esa idea o se asemejan a ella. Hablando sobre la belleza, aunque trasladable al resto de las ideas, dice Platón en su diálogo llamado “Fedón”: Una cosa no es bella por sí misma sino porque participa de lo Bello en sí. Por lo tanto, los objetos sensibles se definen por su participación en la idea correspondiente; en cambio, decimos que las ideas son en sí, esto significa que no necesitan de otro para existir, las ideas son el máximo grado del ser, son el fundamento de todo lo que existe, pero ellas no necesitan de otro para ser, se sustentan a sí mismas y son por sí mismas sin necesidad de participación en cosa alguna.

1 ¿Que es el dualismo ontológico?

2- ¿Por qué la verdad no puede existir en el mundo físico?

3- ¿Cuáles son las características de las ideas Platónicas?

4- ¿Qué relación existe entre las cosas del mundo sensible y sus ideas?

5- Analiza el siguiente texto del filósofo Descartes. ¿Cómo puedes relacionar este ejemplo con la filosofía de Platón?

Tomemos, por ejemplo, esta cera: ha sido sacada de la colmena recientemente, no ha perdido todo el sabor de su miel y retiene algo del olor de las flores con las que ha sido formada; su color, su figura y su magnitud son manifiestos; es dura, fría, se toca fácilmente y si se la golpea con un dedo emitirá un sonido; tiene todo lo que en resumidas cuentas parece requerirse para que un cuerpo pueda ser conocido lo más claramente posible. Pero he aquí que mientras hablo se la coloca junto al fuego; desaparecen los restos de sabor, se desvanece la figura, su magnitud crece, se hace líquida y cálida; apenas puede tocarse y no emitirá un sonido si se la golpea. ¿Queda todavía la misma cera? Se ha de confesar que sí: nadie lo niega ni piensa de manera distinta. ¿Qué existía, por tanto, en aquella cera que yo aprehendía tan claramente? Con seguridad, nada de lo que aprecié con los sentidos, puesto que todo lo que excitaba nuestro gusto, el olfato, la vista, el tacto y el oído se ha cambiado; pero con todo, la cera permanece.

Quizás era lo que pienso ahora: que la cera misma no consiste en la dulzura de la miel, en la fragancia de las flores ni en su blancura, ni en su figura ni en el sonido, sino que es un cuerpo que hace poco se me mostraba con unas cualidades y ahora con otras totalmente distintas. ¿Qué es estrictamente eso que así imagino? Pongamos nuestra atención y, dejando aparte todo lo que no se refiera a la cera, veamos qué queda: nada más que algo extenso, flexible y mudable…

…se ha de notar que su percepción no es visión, ni tacto, ni imaginación, ni lo ha sido nunca, sino solamente una inspección de la razón…

 

 

 

 

 

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